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viernes, agosto 26, 2005

Se busca o del paso inexorable del tiempo...

Si hay algo para lo que sirve el tiempo libre es para meditar sobre las dolencias diarias. Nos guste o no a veces es inevitable bloquear esos pensamientos de “algo no esta bien”, el cerebro se aburre de los pensamientos bonitos y pasa a las mini calamidades, buscando cualquier pretexto para quejarse… ¡que bonitas costumbres que tenemos por acá!.

¿Sistema de alarma?, para nada, es mas bien ese gusto macabro por las dolencias, es ese masoquismo innato del que sufrimos la mayoría de las personas, es del que, para que mentir, yo definitivamente no soy la excepción.

En escasas 3 semanas he pasado desde el clásico “¿qué estoy haciendo con mi vida?”, hasta el muy popular “esto no es normal” pasando por un “¡que vieja que estoy!”… todas meditadas una y mil veces solo para ocasionar miles de preguntas y llegar a una única conclusión.

Mi reloj biológico no sirve.

…como si alguna vez lo hubiera hecho muy bien.

Y, aquí es donde uso el tan difundido “esto no es normal”, el problema es que no se a que llamar anormalidad, si a la falta de sueño o a la abundancia del mismo y créanme, sufro de los dos.

Porque yo tengo que ser la única a la que el sueño parece nunca llamar sin importar que tanto trate de cazarlo, pero que cuando por fin lo logra, no la suelta ni la desampara, como si quisiera vengar el tiempo que estuvieron separados.

Así es como he pasado noches vela, tratando de huirle al insomnio y días de somnolencia, tratando de huirle al sueño sin ningún control en específico… porque 15 horas por casi una semana parece que no bastan, pero, al mismo tiempo parece ser demasiado descanso para mi pobre cuerpo acostumbrado a los malos tratos de la vida universitaria.

¡Achaques de la edad!, por favor no nos olvidemos del “¡estoy vieja!” seguido de la cara de profunda tristeza… porque cuando usas la palabra achaques (mas aun si te refieres a ti mismo) ya no hay esperanzas.

Ahora, lo ridículamente optimista de esta situación es que mis únicas dos neuronas, al parecer, hicieron sinapsis y llegaron a una mágica solución, necesito un relojero, ¡pero ya!.

Porque es tan sencillo (o tan barato) arreglar algo que nunca funciono bien (mas aun viviendo donde vivimos… depresión que llama a mi puerta), para completar, que me acabo de enterar que la garantía expiraba al termino de los primeros 18 años de vida… ¡diablos!, ¿qué el anuncio no pudo venir con un par de días de antelación?

Como si ahora el optimismo sirviera de algo… por favor, insertemos el “¿qué estoy haciendo con mi vida?”, 18 años desperdiciados sin buscar soluciones, bienvenido ultimo año de mi segunda década…


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Imagínate que existe un banco que cada mañana acredita en tu cuenta la suma de 86.400 dólares. No arrastra tu saldo día a día: cada noche borra todo lo que no usaste durante el día, cualquiera sea la cantidad. ¿Qué harías? ¡Retirar hasta el último centavo, por supuesto!

Cada uno de nosotros tiene ese banco, su nombre es tiempo. Cada mañana, este banco te acredita 86.400 segundos. Cada noche este banco borra y da como perdida toda la cantidad de ese crédito que no hayas invertido en un buen propósito. Este banco no arrastra saldos ni permite transferencias. Cada día te abre una nueva cuenta, cada noche elimina los saldos del día. Si no usas tus depósitos del día, la pérdida es tuya. No se puede dar marcha atrás ni existe el crédito a cuenta del depósito de mañana. Debes vivir el presente con los depósitos de hoy. Invierte de tal manera de conseguir lo mejor. El reloj sigue su marcha. Consigue lo máximo en el día.

Para entender el valor de un año, pregúntale a algún estudiante que perdió el año de estudios. Para entender el valor de un mes, pregúntale a una madre que alumbró a su bebé prematuro. Para entender el valor de una semana, pregúntale al editor de un semanario. Para entender el valor de una hora, pregúntale a los enamorados que esperan a encontrarse. Para entender el valor de un minuto, pregúntale a una persona que perdió el tren. Para entender el valor de un segundo, pregúntale a una persona que con las justas evitó un accidente. Para entender el valor de una centésima de segundo, pregúntale a la persona que ganó una medalla de oro en las olimpíadas.

Atesora cada momento que vivas, y atesóralo más si lo compartiste con alguien especial, lo suficientemente especial como para dedicarle tu tiempo, y recuerda que el tiempo no espera por nadie. Ayer es historia. Mañana es misterio. Hoy es un don. ¡Por eso es que se le llama el presente!

holis otra vz....

joer q ustded toavia no esta vieja eso es puro tiempo libre q la deprime

tonces cumplio años?????, feliz cumple si si, si no no termino de enterder sto XDDDDDDDD

no piense en eso y disfrute la vida que ahora es que le falta vivir

el pajaro hablador

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